martes, agosto 12, 2008

Valhalla

Hace tiempo que paso cerca del barrio donde antes había una tienda de juegos de mesa y rol que se llamaba Valhalla. Y así, caminado bajo 34 grados a la sombra, me he puesto a hacer memoria de como se llamaba esa tienda de cómics que había cerca de Valhalla y de lo mucho que ha cambiado el panorama de tiendas y librerías especializadas en Valencia.
Para mí, descubrir una tienda como Valhalla me vino algo de rebote, me llevó un amigo, universitario por aquella época (las ventajas de pertenecer a la élite universitaria friki). Aquello era otro mundo, y bajo mi mirada de neófito imberbe era aún más exuberante y extraordinaria de lo que debía ser en realidad. Recuerdo un escaparate cargado de figuritas y un interior repleto de estanterías con libros de rol (y de no rol), juegos de mesa, más figuritas y mesas en las que sentarse a jugar. Algo sucio y algo cutre, pero "glamouroso" para la época y para lo que yo conocía. De hecho, fue ahí donde pillé mi segunda edición de D&D y donde, más adelante, me haría con mis 20 necrófagos de plomo a un módico precio.
Atendía la tienda un señor joven (supongo que no tendría ni la edad que tengo yo ahora, pero bueno, ni yo he sido nunca bueno para medir edades ni él parecía estar en su mejor estado de forma) al que todos llamaban por "Cutu" o "tío Cutu" y que tenía una historia siempre en la recámara, lista para escopetar a un cliente u amigo. Sin ir más lejos, Ed y yo tuvimos que correr desde Valhalla a la estación del Norte para llegar a tiempo de coger el último tren después de haber estado escuchando (yo casi con la boca abierta) toda una andanada de sucesos historias y relatos históricos (uno sobre negros que lucharon en la guerra civil norteamericana bajo la bandera del sur).
Era otro mundo, y las miradas que te lanzaban los parroquianos que estaban allí, apalancados en las "mesas de juego", cuando te veían entrar, eran de órdago. No sé si de aquello hará ya más de 12 años, no estoy seguro.
De lo que sí estoy seguro es que llegué a ese mundillo justo en el punto álgido antes de la caída.
Cerca de Valhalla había una tienda de cómics que abastecía a la gente del barrio, Kripton, creo que se llamaba. Poco después de que cerrara Valhalla, en principio por problemas con la distribuidora Games Workshop, que se negaba a entrarle género si tenía figuritas de otras compañías. Aunque supongo que habría más razones, más pendientes del escaso margen de beneficio que daba tener una tienda así tan lejos del "centro" (donde van los del pueblo). El caso es que Valhalla cerró. Y tiempo después lo hizo Kripton. Cada cual con sus respectivos descuentos de liquidación de los cuales ya dimos cuenta como buenamente pudimos.
Por esa zona solo quedaba el cine ABC Martí, al que de vez en cuando íbamos a ver una de Jackie Chan, pero incluso ese cine es ya historia pasto de las multisalas y las nuevas tecnologías (de los cines).
Pasarían los 90 y atrás quedarían tiendas como Robby, en un callejón que estaba era difícil llamar la atención, o la mítica "Ludómanos". Mucho ha llovido desde entonces y solo "Futurama" (nombre anterior a la serie de Groening) e "Imágenes" (convertida en megacorporación) aguantan donde estaban cuando las dejé.
Por supuesto también hay adalides de la resistencia, como "Cámelot" o "Gotham", pero la edad de oro ya pasó.
Lo que quería decir es simplemente que me he acordado de lo bien que me lo pasé en ese tiempo, a pesar de lo fugaz que fue el instante y de las muchas cosas que me perdí por estar ahí y no en otro lugar. Otro lugar donde, quizás, no pertenecía y me hubiera aburrido como una ostra o un "emo" sin cuchilla de afeitar venas.
Sé que me dejo muchas cosas, tales como "¿dónde estar PC Doctor (o Doctor PC)?". Y algunos kilómetros a pie de pateo por la ciudad en pleno agosto, pero no doy para tanto, oiga.
Gracias a todos, fue divertido.

8 comentarios:

Chiral dijo...

Mirando atrás hay días que parece que fue ayer y que mañana podría ser igual. También hay días que parece que fue en otra época y que esas sensaciones no pueden volver, que son de otro siglo (realmente lo son). Tengo la sensación eramos como jubilados ociosos a los 20 años y DIOS COMO LO HECHO EN FALTA!!!

Anónimo dijo...

Ahora tenemos internet y todo tipo de tiendas, pero no puedo equipararlas a la ilusión que me hacía pasar por el escaparate de Valhalla a ver juegos nuevos en cajas que no decian mucho, sin saber si valdrian la pena o no pero jugandotela. Y Kutu (por Kutuzov, el tío era un fan de ese mariscal) con sus historietas le daban un valor añadido que no puede encontrarse hoy en día.

Fue divertido, y no puede repetirse.

Oimado dijo...

Bueno, siempre podremos caminar agazapados frunciendo el ceño uno, torciendo el gesto el otro y sacando la lengua el tercero, a ver qué dicen los peatones al respecto.

MsNice dijo...

o ya que me lo pones sacar como si nada del bolsillo un cutter de diez centímetro, a ver qué dicen las abuelitas de eso.
yo también hecho de menos los viejos tiempos

Anónimo dijo...

Me temo que yo era de los que le miraba desde las mesas.

Por otro lado, Kutu era un brasas considerable, correcto para una conversacion casual, pero una pesadilla en el quehacer diario. Diganmelo a mi que lo tuve que sufrir en una campaña de Rolemaster.

Los viejos tiempos no van a volver.

Oimado dijo...

Cierto, los viejos tiempos nunca vuelven, pero eso no significa nada a parte de que no son iguales que el presente, que no tiene porqué ser peor... Vamos, digo yo.

Anónimo dijo...

Alguien sabe que fue de kutu? Por donde para o que es de su vida

Anónimo dijo...

Kutu era un buen tío pero no estaba bien. Había que saber como pillarlo porque no sería la primera vez que vi un follón en la tienda. Por otro lado, teníamos la opinión de que la tienda se fue al garete por su actitud, ya he dicho que era un buen tío y la gente se aprovechó, utilizaban los propios libros que vendía para jugar en la tienda y por eso se veían en los estantes libros con las tapas rotas o dobladas, sacaban las figuritas, fiaban, etc. Me daba la impresión que mucha gente no le pagaba ni un duro y no es de extrañar que se fuese a la mierda.