domingo, febrero 24, 2008

Ante todo mucha calma

Si hay algo que tienen los viajes de largo recorrido una vez finalizados (y teniendo en cuanta todos los transportes de origen a destino) es que le dan a un servidor unos días de estoica tranquilidad.

Después de más de 16 horas de idas, venidas, pataleos y rodillas inquietas; y otras 16 de ídem de lo mismo, uno llega a casa sin ganas de moverse ni de que lo muevan. Pero el deber espera y esta semana no ha sido muy diferente de otras.

En primer lugar maticemos. Esa tranquilidad estoica, como he dicho antes, me la dan los aviones, o eso creo ahora. Y se da incluso tras dos situaciones opuestas. Es decir, tanto si el viaje sale bien como si sale mal. En primer lugar porque no crees que nada pueda salir mal después de todo. Y en segundo lugar porque no crees que nada más vaya a salir mal después de todo lo que ha pasado.
Esto es como con el cerdo, que se aprovecha todo.

Bien, dicho esto prosigamos. La semana empezó con descanso, solo trabajé de lápiz y papel hasta el jueves. Lo malo es lo que vino ahí. Un motor del tren de laboreo se sobrecalentaba, saltaban el sistema de seguridad y se bloqueaba. Como el motor de marras está viejo solo cabe cambiarlo, pero a les 2-3 de la mañana no trabajan los técnicos y no puedes pararte a cambiar nada... total, mucho trabajo extra y olas de 3 metros en adelante.
Lo que pasa es que al final uno ya esta tan majara que hasta llega a disfrutar esas dificultades, sufrimiento a parte. Hasta me salieron unos versos en anglicano (que no tengo a mano).

Cuando digiera el viaje a Japón explicaré cosas, que algo hay.

martes, febrero 19, 2008

Ritornato

Al final los últimos días en Japón cogí la gripe y no pude hacer las fotos que hubiera querido. Por suerte yo no era el único que llevaba cámara.

De muestra un botón:

Estación de Kasukabe, ciudad donde vive Shin-chan.

Obviedad, ¿cómo puede uno resfriarse cuando va de viaje? (Ese día hacía "bueno" en Nikko)

En breve más. O en directo...

miércoles, febrero 06, 2008

Maravilliouse Publique

Aunque sé que es difícil, os lo ruego, no caigáis en el Lado Oscuro.

Y ahora, un breve "intermission".

Aquí una obra de restauración:



Y esto de aquí es un arreglo con una pegatina de licor del polo un numerito recogido de aquí y un simbolito de allá. Et voilà, habemus pegatinilla que nadie se molestará en leer y todos darán por sentado que forma parte del original. Hasta cuando el avispado lo lea y se parta la caja torácica de risa, o no.


Y he aquí (muchos "aquí" hay aquí) el autor de la restauración. No, no es Fabra.


Fin del "intermission".

Me voy lejos, si no vuelvo, él cuidará de vosotros.


domingo, febrero 03, 2008

¿Quién odia a Jim Butcher?

Sus historias no son el colmo de la originalidad pero tiene algo que se te va metiendo poco a poco. Se filtra a través de tus ojos y se apodera de tu mente. Es como una droga, cuando has pasado de la página 80 ya no te das cuenta pero ese "pequeño vistazo" que le ibas a echar al libro se convierte en una alocada carrera por seguir leyendo hasta terminarlo mientras todas las alarmas mentales que has ido adquiriendo tras los años gritan su silenciosa llamada en el interior de tu cabeza.
Y no puede ser todo, y te da rabia porque sabes que llegarás a un final que se queda abierto, continúa. Y tú quieres más pero no lo tendrás tan fácilmente.
No es un gran literato, quizás ahí radique su éxito. No te tiene vueltas leyendo el mismo párrafo intentando entender qué es lo que cuenta. Ni se explaya en maratonianas descripciones tolkinianas que harán de tu lectura algo ausente, alejada tu mente de lo que lees, divagando sus cosas.

Es odioso. Pero quizás lo más odioso de todo sea lo difícil que es compartir estas cosas con la gente que no lo lee. Aunque en el fondo sabemos que todos tenemos nuestro "Jim Butcher" particular y, cosas del integrismo, no hacemos nunca caso del del vecino.

Bueno, como ya he dicho, no hay tiempo para todo.