domingo, septiembre 28, 2008

Taijitsu/Taijutsu 体術

Japón, febrero del 2008, en la mesa contigua de la cafetería donde hemos entrado para resguardarnos del frío y hacer tiempo están sentados tres de los senseis más importantes de España. Hablan de sus cosas y al final, el de mayor rango de ellos nos pregunta por qué tal nos va a nosotros en las relaciones personales -cabe decir que viajar todo el tiempo sin tener un lugar fijo en el que se esté suficiente tiempo como para denominarlo hogar es algo que va en contra de lo que vendría a ser el establecimiento normal de una relación afectiva a largo plazo-. En nuestra mesa estamos, mi sensei, mi senpai, y yo -todo mío-. Previendo lo que va a suceder, mi sensei hace un hábil quiebro digno de su nivel y se marcha al lavabo diciendo que él no tiene nada en curso. Yo niego también a mi vez y el senpai dice "no, yo estoy bien". En ese momento se hace el silencio. El senpai ha confundido la pregunta lanzada -"¿y ustedes, tienen alguna relación en curso?"- con un "¿qué tal van de frío?", o puede que esa sea su respuesta a ambas. En cualquier caso, repite la mencionada respuesta varias veces, para que conste, y ríe con una risa pausada digna de un sicario de Spectra. El, digamos, "maestro supremo" de España, lo mira con una cara cargada por el desconcierto balanceándose entre la estupefacción por no poder discernir el ámbito de la respuesta y entre el hecho de aceptar que la pregunta no ha sido entendida correctamente. Al final todo queda en nada y unas risas generales, pero a su vez queda en el aire la afirmación condicional que mucha gente recibe día a día dentro de lo que vienen siendo las relaciones amorosas y/o afectivas entre dos personas: "o el ninjutsu o yo" -y cámbiese "ninjutsu" por cualquier otra cosa/actividad, y el "yo" por un más considerado "nosotros" que deja más patente lo doloroso de la elección para la parte demandante-.
El mundo de las artes marciales no dista mucho del resto de mundos, o sub-mundos, creados por la imaginación social del ser humano. La gente se mueve dentro de su entorno como pez en el agua, o se hunde cual piedra. Saca a flote lo que puede, y conforme va pasando el tiempo, salva del naufragio lo que quiere o -una vez más- puede... o le dejan. Nótese que esto no es aplicable sólo a un genero ni a una actividad, cuando somos una persona y tomamos una decisión, lo hacemos conforme a nuestro entorno, éste nos podrá condicionar más o menos, pero el caso es que al final la decisión última es nuestra -siempre suele ser así-. Ahora bien, los factores a tener en cuenta y nuestro comportamiento cambian cuando estamos entablados en algún tipo de relación afectiva, y así lo harán nuestras decisiones. Poco a poco el cerco de libertad que nos damos, nos dan o, mejor dicho, compartimos, se va reduciendo en algunos lugares y ensanchando en otros. Sobre esto, un servidor puede hablar bien poco, y siempre de segunda mano, así que lo dejaremos aquí, pero seamos conscientes de que normalmente todo puede ser leído e interpretado desde varios ángulos, si es que tenemos en cuenta que "todo" está relacionado por una u otra cosa. En este caso lo que relaciona y condiciona nuestro mundo y entorno somos, lógicamente, nosotros, los humanos, con nuestras neuras fobias y psiques -vamos, el comportamiento-.
En este arte marcial en concreto -ninjutsu- existe una parte llamada taijutsu -técnicas corporales-, que algunos fans de Naruto accederán a reconocer por nombre, pero no por forma -cabe decir que formalmente este AAMM se llama Budô taijutsu-. El taijutsu comprende el estudio y comprensión del combate cuerpo a cuerpo, buscando más una reacción instintiva y precisa que rápida y potente. No, no es lo que hace Rock Lee. Veamos, cuando hablamos de cuerpo en taijutsu no hacemos solo referencia a nuestro cuerpo, sino también al del adversario o al de todos aquellos involucrados en el combate. Así mismo tenemos que tener en cuenta el kûkan 空間-espacio- entre ambos -o todos- y controlarlo. Estar muy lejos nos puede hacer volver empezar de cero o quizás perecer bajo el filo de su lanza o espada -si se da el caso de ir armado-. Estar muy cerca hace que nuestros espacios se confundan y podemos acabar siendo nosotros los que seamos derribados. Hay que estar en el lugar preciso -que no es solo uno-. ¡Pero ojo! También hay que estarlo en el momento preciso -que conforme más se aprende, más nos damos cuenta de que hay más de uno, aunque al principio parece que sea imposible que haya varios-. En definitiva, la correcta utilización del taijutsu requiere moverse por estrechos senderos de comprensión que a su vez están pavimentados con múltiples baldosas cada cual con una textura, detalle y matiz diferente. Y todo eso hay que lograr que nuestro cuerpo lo aprenda de modo instintivo -algo imposible si no nos abandonamos al fudôshin que expliqué más adelante-. Ese saberlo de modo instintivo se llama "kan de wakaru" 感で分かる, el kankaku 感覚, el sobremencionado feeling, que a mi entender no todos podemos explicar siempre, pues no tenemos el kankaku necesario para comprenderlo o explicarlo -que a veces se entiende y solo puedes reír sin más, pero no puedes transmitir esa sensación por medio de palabras, para eso hace falta más-.
¿Y todo esto para qué nos sirve? ¿Para hacer daño? ¿Para matar? No. En una época en la que vivimos, aparentemente más civilizada que las anteriores -cosa que no es cierta, pero al primer mundo le ha tocado la cara soleada de la tierra esta vez-, estas enseñanzas son igualmente útiles si aplicamos la máxima de arriba, la de que todo está conectado. Así pues, vayamos arriba, a la parte de las relaciones personales. Apliquemos ahí el taijutsu. Hay gente que lo hace todos los días -¡y en el trabajo también!- y no por ello son maestros marciales.
Quizás si habláramos de nuevo sobre este tema con los senseis, podríamos poner el símil del taijutsu y nos echaríamos unas risas hablando de cómo controlar kûkan entre dos personas o el "feeling". Esos "tira y afloja" tan cotidianos en tanta gente y a veces tan insalvables por ambas partes que hace que la cuerda se tense y se acabe por romper. No existe arte infalible, todo es susceptible de errar, pues así somos los seres humanos, pero cuando lo hacemos y no hay solución a nuestros problemas nos queda el fudôshin, una ruptura amistosa o -a ser posible- un abandono sin hostilidades. Pues como creo, todo está relacionado -hay quien lo quiere llamar karma, y no se llama Earl- y ser negativo afectiva o sentimentalmente se vuelve, a la larga, en nuestra contra, pues cosas así se notan y a nadie le apetece sentirse mal cuando está con alguien.
Meditemos sobre este asunto, o no, que hay mucho que hacer y poco tiempo. Pero una cosa siempre, "seamos conscientes" -"...de las consecuencias de nuestros actos", para los que necesiten algo más-.

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