viernes, septiembre 26, 2008

Fudôshin -不動心- Espíritu inamovible

O el corazón imperturbable, pues pueden ser muchas las traducciones de esta palabra, es una enseñanza y un camino por sí misma. En mi caso, ésta breve pero profunda enseñanza me viene dada por un arte marcial. Sin embargo, lo que pretende transmitir se puede oír en múltiples y diversas disciplinas. ¿Pero qué significa realmente ese fudôshin - 不動心? En primer lugar podemos decir que puede ser considerado un sanjûjukugo 三十熟語 -una expresión idiomática de tres kanjis (los más conocidos son los de cuatro kanjis)-. Estas expresiones a menudo son usadas como refranes que pretenden enseñar algo al que los lee.
Fudôshin significa mantenerse impertérrito ante cualquier cambio o imprevisto, la inamovilidad del espíritu frente a cualquier suceso que nos sacuda, una impasibidad que nos ayuda a mantenernos centrados. Pero cuidado, no hay que confundir esa impasibidad como pasotismo. Ni esa inmovilidad como estancamiento. Más que ser impermeable a sucesos catastróficos o sentimientos negativos, somos permeables pero a su vez filtramos estos sentimientos y rechazamos todo aquello que nos pueda perjudicar de esa experiencia, como la rama que se mece con el viento, somos incapaces de ignorar esa parte de la naturaleza y el mero hecho de pretender hacerlo ya cuenta como una derrota.
Perdón, quizás he entrado muy al trote en el significado de este fudôshin, que nada tiene de misterioso ni exclusivo.
Recapitulemos.
Esta palabra se usa para designar la actitud correcta a mantener frente a cualquier ataque. Mantendremos el espíritu sereno, sin decantarse por el miedo o la euforia, pues ambos pueden llevar al ego y este a la catástrofe. Esta es, en esencia, una filosofía completamente zen. Quizás por eso también sea contradictoria para el pensamiento occidental. Dentro del ámbito de las artes marciales es muy fácil imaginar a un maestro manteniendo un rostro impertérrito mientras se defiende eficazmente de varios adversarios armados. En ese momento creemos que alcanzamos a comprender el significado de ese "espíritu inamovible", el maestro se mueve en el filo de la navaja sin dársele un ardite lo que le pueda pasar a su cuerpo, pues parece que su mente está por encima de él observándolo y su espíritu lo envuelve como una armadura de "entropía" que hace que los adversarios yerren sus ataques una vez tras otra. En ése ámbito todo parece cobrar sentido, pero por desgracia aplicar el fudôshin tan solo ahí es un gran desperdicio. Y aún más, confundir esa aparente afección o flema a la hora de encajar golpes con precisamente eso, flema -pasotismo-, es otro común error.
El espíritu no permanece inmóvil a todo cambio porque sea de hierro o esté metido en un bunker. No. La razón por la que no se inmuta por esos imprevistos que nos da la vida es porque precisamente reconoce que son posibles, porque no está cerrado a ninguna posibilidad. Por ejemplo, de todas las consecuencias catastróficas que se pueden hallar en la vida, el cese de la misma es la que, por instinto, más tememos. Y, paradójicamente, es a su vez la más cierta. Así pues la fortaleza del fudôshin no viene dada por un espíritu blindado, fuerte, robusto y armado hasta los dientes. Sino más bien por algo desnudo y, aparentemente, desangelado, que gracias a su desnudez frente al mundo, la vida, y las consecuencias del estar vivo, es capaz de sentir en su piel y aceptar todo cambio como natural antes de que le llegue, y mecerse con él cuando nos sobreviene. Sea algo bueno o malo.
Eso es difícil de lograr, pero así creo que es el fudôshin.

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