Agua tibia

El agua tibia, como su propio nombre indica, no está ni fría ni caliente (gran definición). Meterse en ella no molesta, está ahí, a la temperatura de nuestro cuerpo. Transmite paz y bienestar, es como una segunda piel. El problema es que a veces. A causa de que se adapta tan bien a nuestra temperatura, olvidamos que está ahí y no le damos importancia. Así pues, al contrario de el agua fría o caliente (muy caliente), que siempre nos están recordando cómo son, el agua tibia es algo tímida y callada, le gusta pasar desapercibida. Cosa fácil, pues no toca ningún extremo, pero eso, como ya hemos dicho, es un arma de doble filo (no quería decir lo de “la espada de Damocles”).

Al igual pasa con la gente, ser como el agua tibia, pasar desapercibido puede tener sus recompensas más o menos “cristianas”. Si, al más puro estilo “muere apedreado por proteger un pedazo de pan chungo”. Sin embargo, hay que ser consciente de que eso también depende en gran medida de la pasta que está hecho uno y que como todos los defectos y virtudes en esta vida, hay que administrarlo con sabiduría. Cosa que se gana, o se pierde con el paso de los años (ganando en egoísmo).

Hacer cosas buenas sin esperar que la gente se entere, ser como el agua tibia, tiene sus lados positivos. Pero cuando las haces y pretendes que te imiten, vas a tener un gran desengaño.

Por otro lado esta metáfora también puede indicar una manera de ser en la que no te acabas de involucrar en algo -o dedicar a algo- al 100%. Eso también depende de las elecciones que tomemos.

Al igual que la metáfora del agua tibia podemos pasar la barrera del frikismo y llegar a otra muy similar. La paradoja del “paladín” –en D&D-. El paladín es el “recopetín”, pero nunca llegará a ser tan bueno en lucha como el guerrero, ni tan bueno en conjuros clericales como el clérigo.

Cosas que pasan.