Tobogán

Termina la bonanza de los últimos días. Para mí el año llega a su recta final y los acontecimientos se aceleran. Antes de que termine el año pasaré por Saló del Manga, Taikai y Nôken. Pero lo bien colocados que están me hace pensar en que todo pasará volando y, sin darme cuenta, me daré el trastazo contra diciembre.
Ahora bien, si algo caracteriza este curso final en el que estoy, es la posibilidad de saltarme clases sin temor alguno a perder la evaluación continua -pues no hay. Aunque sí temo perder el hilo de las clases. De todos modos, ésto va de perillas para este año, la cosa de los dobles y demás está difícil, y las combinaciones son caprichosas.
También me he dado cuenta de eso que dicen de que a la gente le está costando horrores ahorrar. Vale, lo reconozco, si me quito un par de placeres sanos de la vida y me aprieto un poco el cinturón de lo lúdico, podría ahorrar. Pero a qué precio, ¡oiga! Quitarse las pocas satisfacciones que uno tiene, así como los únicos medios para deshacerse de la mala leche acumulada resultaría cancerígeno.
Lo peor de todo es que tanto si hacemos planes como si no, el tiempo pasa cada vez más deprisa. Y eso siempre me recordará a los toboganes, para lo que cuesta subir hay que ver lo rápido que pasa la diversión. Nos tendremos que subir a uno más grande o no parar de darle vueltas al mismo.
Al final, com dia Sento el Palleter, "fem com burro rodant senia".