Una bonita historia de amor

Ya están aquí, ya han llegado las vacaciones, y con ellas toda una miríada de buenas intenciones y tareas por hacer. Todo esto nos lleva a lo siguiente, el tema de esta entrada y el enigmático título que lo abre. Una cosa por hacer.

Hace tiempo que la dejé, no podía ocuparme de ella, no tenía tiempo. O al menos, no me lo concedía para ella. Sin embargo, quedó en mi mente esa vaga idea de que con el paso del tiempo las aguas tormentosas se calmarían y encontraría el tiempo necesario para volver con ella. Como ocurre con las declaraciones abiertas y "promesas electorales", las leyes de la entropía ponen todo su peso sobre ellas para que el que habla quede en ridículo.
No obstante, la intención es seria, y sé que ella está esperando que la coja entre los brazos y la siente sobre mi rodilla. Sé que soy todavía un novato, demasiado inexperto como para tocarla como ella se merece, pero también sé que ella se dejará hacer tan solo a cambio de ser tratada con respeto.
Si nuestra historia progresa sé que no la abandonaré nunca. Aunque cierto sea que con el paso del tiempo me buscaré una mejor, ella siempre será la primera y siempre estará ahí. En los momentos de soledad tan solo su canto me consolará, y será su voz suficiente como para hacerme recordar los viejos tiempos, buenos y malos, todos pasados, algunos superados otros no, pero tan míos como mi carne y mis huesos. Tan míos como ella.

Hablo de ella porque es una guitarra, si fuera un acordeón, hablaría de él. Y todo esto quedaría muy gafapstisimamente gay.