lunes, febrero 02, 2009

El conde de Salisbury las pasó putas

Por fin hemos terminado el último escenario del Battlelore básico, ahora ya podemos darle la vuelta. Con esto ya podemos decir que nos hemos graduado en el sistema de batallas de Richard Borg, lo malo es que a la frecuencia de partidas con las que vamos, se nos olvidará todo antes de agarrarlo.
La última partida fue como sigue:
El conde de Salisbury se enfrentaba al bastardo de Orleans, quien contaba con una buena posición defensiva. Ambos contendientes habían adscrito a sus ejércitos mercenarios, siendo tres escuadras de mercenarios goblinoides con los que contaba el inglés -dos azules y una de arqueros-, mientras que el franco contaba con tres escuadras de enanos -dos azules y una roja-. A parte de esto, el conde tenía entre sus filas una araña gigante convenientemente amaestrada para que atacara a las tropas del bastardo franco.
La batalla dio comienzo con una buena andanada de flechas del inglés que tuvo una tímida respuesta por parte del franco. Después de este primer tanteo a distancias se movilizaron las tropas de vanguardia, una nueva andanada de los de Salisbury permitió que soltaran a la araña y se reorganizaran las filas de verdes para dejar paso a la caballería en reserva. Por desgracia para el inglés la vanguardia del franco estaba ocupada por férreos soldados enanos que neutralizaron inmediatamente la amenaza arácnida y tomaron posesión del centro del campo de batalla. Del todo infructuosas resultaron las cargas de la caballería así como de las tropas de infantería ligera y los regulares -azules- que intentaban causar graves daños en los osados enanos. Para cuando el conde de Salisbury había decidido presionar en el flanco derecho con sus tropas de reserva goblinoides ya era demasiado tarde y la zona central del campo de batalla donde amabas vanguardias se habían enfrentado era una autentica carnicería.
A efectos de lucha, tan solo tres escuadras de enanos fueron capaces de partir por la mitad las líneas de toda la infantería de vanguardia del conde y neutralizaron dos de sus más poderosas escuadras de caballería. Nunca hasta ahora habíamos visto trabajar tan bien a los enanos, y lo peor de todo es que hubiera podido ser mucho peor. La cosa quedó con un contundente tres a seis, por lo que las tropas del conde tuvieron que retirarse del campo de batalla tras haber sufrido tan ignominiosa cantidad de bajas entre sus tropas más valiosas.

Fuera de narración tengo que decir que todavía nos queda mucho que aprender, pero que las sensaciones estratégicas hasta que nos liamos a porrazos en uno contra el otro eran de lo más favorables. Al final parece que este juego tiene más chicha de la que aparenta. Solo nos falta una cosa, barajar mejor las cartas o rezar a los dioses para que nos salgan las apropiadas. Y de los dados ni hablemos. Aunque ninguna de las dos cosas -el factor suerte- resulta determinante en la victoria o derrota sí que ayudan bastante. Tener una batalla en un tablero, ocupando poco más que una mesa, es un lujo que no siempre nos podremos permitir cuando queramos disfrutar de una experiencia como esta. Casi que me da ganas de volver a jugar a ajedrez -con lo malo que soy-, y con tiempo aprenderé el shôgi.
Fue una gozada, quiero más, pero tendrá que esperar. Paciencia.

3 comentarios:

StalinisterSinister dijo...

Mencio especial a la caballeria jugadora de trucl.

StalinisterSinister dijo...

Teu comente asi per que si no se me pasa, ha palamat Helio Gracie el dia 28 de gener. Seria que vori vindre la destrosa dels enanos.

Oimado dijo...

Sielos!!