...A mí.
Bueno, esta noche doy comienzo la larga travesía que -entre unos trasbordos y otros hostales- llegará a destino el próximo martes. Dado que os he estado instruyendo para que no esperéis muchas entradas en el blog y solo comentáis -entre vosotros- cuando dejo de escribir, ya nos vemos dentro de dos semanas largas.
Que os vaya bien, gente.
Sin alzar la voz, andar sin parar te puede llevar más lejos que correr alocadamente.
domingo, febrero 15, 2009
Maestria Mariachi
Hace nada han hablado en la radio de una tal "Paquita la del Barrio", han puesto una de sus canciones, "Rata inmunda" -pedazo de título- y he pensado: "Con corridos como estos, quien necesita el punk".
Juzguen por ustedes mismos.
No li se pot negar el estil i la veu. ¡¡¡Órale!!!
Juzguen por ustedes mismos.
No li se pot negar el estil i la veu. ¡¡¡Órale!!!
lunes, febrero 02, 2009
El conde de Salisbury las pasó putas
Por fin hemos terminado el último escenario del Battlelore básico, ahora ya podemos darle la vuelta. Con esto ya podemos decir que nos hemos graduado en el sistema de batallas de Richard Borg, lo malo es que a la frecuencia de partidas con las que vamos, se nos olvidará todo antes de agarrarlo.
La última partida fue como sigue:
El conde de Salisbury se enfrentaba al bastardo de Orleans, quien contaba con una buena posición defensiva. Ambos contendientes habían adscrito a sus ejércitos mercenarios, siendo tres escuadras de mercenarios goblinoides con los que contaba el inglés -dos azules y una de arqueros-, mientras que el franco contaba con tres escuadras de enanos -dos azules y una roja-. A parte de esto, el conde tenía entre sus filas una araña gigante convenientemente amaestrada para que atacara a las tropas del bastardo franco.
La batalla dio comienzo con una buena andanada de flechas del inglés que tuvo una tímida respuesta por parte del franco. Después de este primer tanteo a distancias se movilizaron las tropas de vanguardia, una nueva andanada de los de Salisbury permitió que soltaran a la araña y se reorganizaran las filas de verdes para dejar paso a la caballería en reserva. Por desgracia para el inglés la vanguardia del franco estaba ocupada por férreos soldados enanos que neutralizaron inmediatamente la amenaza arácnida y tomaron posesión del centro del campo de batalla. Del todo infructuosas resultaron las cargas de la caballería así como de las tropas de infantería ligera y los regulares -azules- que intentaban causar graves daños en los osados enanos. Para cuando el conde de Salisbury había decidido presionar en el flanco derecho con sus tropas de reserva goblinoides ya era demasiado tarde y la zona central del campo de batalla donde amabas vanguardias se habían enfrentado era una autentica carnicería.
A efectos de lucha, tan solo tres escuadras de enanos fueron capaces de partir por la mitad las líneas de toda la infantería de vanguardia del conde y neutralizaron dos de sus más poderosas escuadras de caballería. Nunca hasta ahora habíamos visto trabajar tan bien a los enanos, y lo peor de todo es que hubiera podido ser mucho peor. La cosa quedó con un contundente tres a seis, por lo que las tropas del conde tuvieron que retirarse del campo de batalla tras haber sufrido tan ignominiosa cantidad de bajas entre sus tropas más valiosas.
Fuera de narración tengo que decir que todavía nos queda mucho que aprender, pero que las sensaciones estratégicas hasta que nos liamos a porrazos en uno contra el otro eran de lo más favorables. Al final parece que este juego tiene más chicha de la que aparenta. Solo nos falta una cosa, barajar mejor las cartas o rezar a los dioses para que nos salgan las apropiadas. Y de los dados ni hablemos. Aunque ninguna de las dos cosas -el factor suerte- resulta determinante en la victoria o derrota sí que ayudan bastante. Tener una batalla en un tablero, ocupando poco más que una mesa, es un lujo que no siempre nos podremos permitir cuando queramos disfrutar de una experiencia como esta. Casi que me da ganas de volver a jugar a ajedrez -con lo malo que soy-, y con tiempo aprenderé el shôgi.
Fue una gozada, quiero más, pero tendrá que esperar. Paciencia.
La última partida fue como sigue:
El conde de Salisbury se enfrentaba al bastardo de Orleans, quien contaba con una buena posición defensiva. Ambos contendientes habían adscrito a sus ejércitos mercenarios, siendo tres escuadras de mercenarios goblinoides con los que contaba el inglés -dos azules y una de arqueros-, mientras que el franco contaba con tres escuadras de enanos -dos azules y una roja-. A parte de esto, el conde tenía entre sus filas una araña gigante convenientemente amaestrada para que atacara a las tropas del bastardo franco.
La batalla dio comienzo con una buena andanada de flechas del inglés que tuvo una tímida respuesta por parte del franco. Después de este primer tanteo a distancias se movilizaron las tropas de vanguardia, una nueva andanada de los de Salisbury permitió que soltaran a la araña y se reorganizaran las filas de verdes para dejar paso a la caballería en reserva. Por desgracia para el inglés la vanguardia del franco estaba ocupada por férreos soldados enanos que neutralizaron inmediatamente la amenaza arácnida y tomaron posesión del centro del campo de batalla. Del todo infructuosas resultaron las cargas de la caballería así como de las tropas de infantería ligera y los regulares -azules- que intentaban causar graves daños en los osados enanos. Para cuando el conde de Salisbury había decidido presionar en el flanco derecho con sus tropas de reserva goblinoides ya era demasiado tarde y la zona central del campo de batalla donde amabas vanguardias se habían enfrentado era una autentica carnicería.
A efectos de lucha, tan solo tres escuadras de enanos fueron capaces de partir por la mitad las líneas de toda la infantería de vanguardia del conde y neutralizaron dos de sus más poderosas escuadras de caballería. Nunca hasta ahora habíamos visto trabajar tan bien a los enanos, y lo peor de todo es que hubiera podido ser mucho peor. La cosa quedó con un contundente tres a seis, por lo que las tropas del conde tuvieron que retirarse del campo de batalla tras haber sufrido tan ignominiosa cantidad de bajas entre sus tropas más valiosas.
Fuera de narración tengo que decir que todavía nos queda mucho que aprender, pero que las sensaciones estratégicas hasta que nos liamos a porrazos en uno contra el otro eran de lo más favorables. Al final parece que este juego tiene más chicha de la que aparenta. Solo nos falta una cosa, barajar mejor las cartas o rezar a los dioses para que nos salgan las apropiadas. Y de los dados ni hablemos. Aunque ninguna de las dos cosas -el factor suerte- resulta determinante en la victoria o derrota sí que ayudan bastante. Tener una batalla en un tablero, ocupando poco más que una mesa, es un lujo que no siempre nos podremos permitir cuando queramos disfrutar de una experiencia como esta. Casi que me da ganas de volver a jugar a ajedrez -con lo malo que soy-, y con tiempo aprenderé el shôgi.
Fue una gozada, quiero más, pero tendrá que esperar. Paciencia.
domingo, febrero 01, 2009
La teoría...
..Del sentido de la vida.
Hay tres cosas que pueden colmar nuestra existencia como seres humanos en esta efímera y vacua existencia que recorremos. Después de poco pensar y basándome en unos nulos estudios sobre la materia, he concluido que las cosas que nos llenan en nuestro transitorio paso por este mundo se pueden dividir en tres grupos. A parte de estos hay otro grupo que no todos podemos abarcar que ocupa la gran incógnita de la felicidad en ciertos seres humanos.
Los grupos son como sigue, pequeñas victorias que atenúan, operando en nuestro subconsciente, la certeza de la muerte. El orden en que están puestos estos tres es meramente circunstancial.
1- El éxito personal. Sería cuando alcanzamos todo -o parte de- aquello que siempre hemos deseado en nuestra vida para nosotros -y en algunos casos, para los que nos rodean-. Puede ser desde alcanzar una profesión determinada, realizar un viaje a cierto lugar o cualquier cosa que siempre hayamos deseado.
2- El éxito social. Abarca todo aquello que estaría bien visto por nuestra sociedad actual. Puede ser desde alcanzar altas cotas de poder -o dinero-, o en plan más reducido, local, salir con cierta persona -que goza de popularidad- o salir por televisión -y no quedar como un fantoche-.
3- El éxito vital. En este caso abarcaría el lado más biológico, o animal, si se desea, de nuestra existencia. Simplemente consiste en procrear, en tener descendencia y perpetuar así en el tiempo nuestra "sangre" y, en ultima consecuencia, nuestra especie.
Todas estas tres pueden combinarse para ser la misma, una persona puede haber deseado siempre tener hijos o puede que su entorno social lo vea como algo muy positivo. Alguien que siempre quiso ser rico habrá abarcado los dos grupos, etc...
El cuarto grupo es algo peliagudo porque no debe de ser en sí algo que colme nuestra existencia per se, y aún así hay quien se siente de lo más cómodo en él.
Consistiría en la anulación de los éxitos de terceras personas, una desgracia que haya que otro no pueda alcanzar sus "sueños" será de gran agrado para ciertos individuos, por lo cual quizás deberíamos catalogar esto como una "disfunción" en lugar de como un cuarto grupo de lo que da sentido a nuestras vidas.
Hay tres cosas que pueden colmar nuestra existencia como seres humanos en esta efímera y vacua existencia que recorremos. Después de poco pensar y basándome en unos nulos estudios sobre la materia, he concluido que las cosas que nos llenan en nuestro transitorio paso por este mundo se pueden dividir en tres grupos. A parte de estos hay otro grupo que no todos podemos abarcar que ocupa la gran incógnita de la felicidad en ciertos seres humanos.
Los grupos son como sigue, pequeñas victorias que atenúan, operando en nuestro subconsciente, la certeza de la muerte. El orden en que están puestos estos tres es meramente circunstancial.
1- El éxito personal. Sería cuando alcanzamos todo -o parte de- aquello que siempre hemos deseado en nuestra vida para nosotros -y en algunos casos, para los que nos rodean-. Puede ser desde alcanzar una profesión determinada, realizar un viaje a cierto lugar o cualquier cosa que siempre hayamos deseado.
2- El éxito social. Abarca todo aquello que estaría bien visto por nuestra sociedad actual. Puede ser desde alcanzar altas cotas de poder -o dinero-, o en plan más reducido, local, salir con cierta persona -que goza de popularidad- o salir por televisión -y no quedar como un fantoche-.
3- El éxito vital. En este caso abarcaría el lado más biológico, o animal, si se desea, de nuestra existencia. Simplemente consiste en procrear, en tener descendencia y perpetuar así en el tiempo nuestra "sangre" y, en ultima consecuencia, nuestra especie.
Todas estas tres pueden combinarse para ser la misma, una persona puede haber deseado siempre tener hijos o puede que su entorno social lo vea como algo muy positivo. Alguien que siempre quiso ser rico habrá abarcado los dos grupos, etc...
El cuarto grupo es algo peliagudo porque no debe de ser en sí algo que colme nuestra existencia per se, y aún así hay quien se siente de lo más cómodo en él.
Consistiría en la anulación de los éxitos de terceras personas, una desgracia que haya que otro no pueda alcanzar sus "sueños" será de gran agrado para ciertos individuos, por lo cual quizás deberíamos catalogar esto como una "disfunción" en lugar de como un cuarto grupo de lo que da sentido a nuestras vidas.
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