Sí, ya lo sé, la segunda entrada ha tardado lo suyo, y encima
no trata de la hidromiel, pero tened en cuenta que la hidromiel lleva su tiempo
y no todo es fermentar dos semanas y embotellar.
Hace poco fuimos a ver con las niñas una película al cine.
Fue una auténtica locura, lo sé, y no solo porque éramos cuatro y la broma (más
palomitas, refresco y agua -uno de cada-), nos salió por 40 €uros. Y es que
fuimos un sábado, como decimos aquí “pensat
i fet” (pensado y hecho), y hoy en día para ir al cine con la familia (y
sin ella) hay que buscar los días del espectador y las matinales como quien
busca la sombra y la brisa en verano. Fue una locura, una deliciosa locura,
sobre todo por la elección de película que hicimos… fuimos a ver Wonder Woman, con dos niñas de 4 y 7
años.
La película estaba recomendada para mayores de 12 años así
que hice un cálculo mental y concluí que este tipo de cine 15 años antes sería
para todos los públicos… y en cierto modo acerté. Ni sangre, ni vísceras, ni
diálogos malhablados ni exabruptos tardo-adolescentes, nada de eso se puede
encontrar en la película. Sí que hay muertes y drama y diálogos con doble
sentido, hay hipérboles escénicas, y frases tontas también pero por debajo de
la media de Hollywood, de modo que no solo era visible para las niñas, también
lo era para mí. Aunque estuve más pendiente de si había algo que no fuera para
ellas y nervioso por si habíamos hecho bien metiéndolas a ver una película de
estas características. Pero no, todo fue no bien sino más que bien. Les resultó
algo larga, sobre todo a la pequeña, pero salieron entusiasmadas del cine,
tanto que al día siguiente ya se habían hecho un par de disfraces con
cartulinas y ropa vieja. La pequeña de Wonder
Woman y la mayor de Batgirl.
Por lo que a mí respecta, la película me gustó, pero como disfruto
las películas ahora, sin expresar mucho lo que me gustan ni por fuera ni por
dentro, si aferrarme a lo que he visto porque creo que he visto casi de todo ya
en el cine. Pero también me gustó y, ahí sí, mucho por otro motivo. Me gusto
ver en los ojos y en la alegría de mis hijas lo mismo que había hecho yo de
niño, su disfrute y su imaginación, y sus ganas de vivir la ficción más allá de
la película. Me acordé de cuando me hice un arsenal de hachas madera tras ver tropecientas (medida aproximada) veces
la segunda de Conan (Conan el Destructor, novela de Robert Jordan, el de La
Rueda del Tiempo, película no muy buena pero era Schwarzenegger y eso ya valía
todo el oro del mundo en Oscars con mi edad).
También me encantó que se hablara de Zeus, de Ares, de los
dioses griegos. Quizás eso ayude a que la gente se interese un poco por la
mitología clásica. Y puede que esto lleve a la gente a redescubrir estos
magníficos cuentos que Jim Henson produjo en su versión clásica de su ya
clásico El Cuentacuentos (The
Storyteller). Ambos disponibles en youtube y altamente recomendables, aunque el
de los mitos griegos puede dar miedo a los niños más pequeños.
Pero un momento, párense, esto no es una de esas entradas que
critica la infantilización de los niños o, como lo llaman algunos ahora, la Disneyización. No pretendo aleccionar a
nadie con la necesidad de que muestre a sus hijas más películas de guerreras y
menos de princesas. No. Desde mi punto de vista, ese maniqueísmo resulta del
todo innecesario, lo que necesitan las generaciones venideras es una educación
eficiente que les enseñe a pensar por sí mismas y ese sentido común que tan
poco común es que las enseñe a no quedarse con un rol u otro a que no hay nada
escrito y que se puede ser princesa el lunes, pastelera el martes y ya si el
jueves si quieren repartir tortas como Xena que puedan volver el viernes a
conducir trenes o coser vestidos…
Quizás otros padres repitan mi experimento y les vaya fatal,
no somos una familia representativa, no existe tal cosa. Solo digo que hace dos
sábados fui a ver Wonder Woman con mi mujer (sin la cual hubiera sido imposible
plantear la aventura) y mis hijas, nos gastamos un dineral y nos gustó.
Y no, nunca he sido seguidor del personaje, aunque lo
conozco, ni mucho del cómic americano… ya ves.
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